¡Así es como Compadre me cambió la vida!

Mi vida cambió cuando Compadre llegó a ella.

Un perrito mestizo, de apenas mes y medio. Mucha energía encapsulada en tan pequeño tamaño, y lo único que quería era comer y jugar. Tal como hasta ahora.

Hijo de Canelo y Canelita, dos bellos perros que la familia de mi novia rescató de la calle en un lindo pueblo Yucateco llamado Motul. Fue una camada de 8 chiquitines, diferentes colores y tamaños, pero todos igual de bonitos. Todos consiguieron casa.

Todavía puedo recordar muy claramente ciertos momentos previos a la llegada de Compa, como cuando le dije a mi novia:

“¿Y si adoptamos a uno de esos cachorritos?”

A lo que ella obviamente no dudo en responder que SI. Yo lo había dicho de broma, pero después me agradó la idea. A lo que a continuación le dije:

“¡Vamos a escoger al más tragón y al más desmadroso!”

(Si no eres de México, desmadroso quiere decir travieso).

Y ese fue Compadrito.

En ese entonces yo tenía una cafetería que puse después de haber terminado la carrera de arquitectura y uno que otro negocio o proyecto. Siempre estaba emprendiendo ideas nuevas. Pero algo en mi vida no cuadraba y no sabía que era.

En resumen: traspasé la cafetería, di por terminados todos los demás proyectos o negocios y me aventé en este viaje de vida que amo: ser fotógrafo de perros.

Un domingo, mientras Estef (mi ahora novia y pronto esposa) y yo caminábamos en la biciruta nos dimos cuenta que a lo único que le tomaba fotos era a los perritos. Hasta ese entonces la fotografía había sido un hobbie por más de 10 años, y ahora me daba cuenta que podía ser más que eso.

Tengo muy claro el momento decisivo. Ese momento donde la seguridad se apoderó de mi y opacó cualquier miedo que se pudiese asomar. Y en ese instante esto pasó por mi mente:

¿Que tengo que hacer para pasar más tiempo con Compa, con Estef y con mis otros pequeñitos (por que también están Tammy y Wey)?

– Yo, filosofando.

La respuesta vino a mi cuando menos me la esperaba, de una forma que jamás imaginé, pero con un sonido muy particular que suena más o menos así:

¡Click, click!

Todo esto no ha sido fácil, pero me ha enseñado un par de cosas. La más importantes es que siempre, siempre debes perseguir tu felicidad, y tu felicidad no es un lugar, si no una manera de llevar tu vida.

Además de tomar fotos, paso mis días generando contenido perruno y muchos videos donde comparto mis experiencia y vivencias con ustedes. Cómo este video, que es el primero de varios que hicimos, en el que la familia completa nos lanzamos a Bacalar.

Así que como puedes ver, esta es mi vida como Jaim, fotógrafo de perros y líder de mi gran manada.

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